Sabía de tus animales imaginarios, de los perritos que encarnan en tus manitos, pero no sabía de tu habilidad para inventar palabras. Estraichado: (Escrito de tu puño y letra) cuando tu tía trasquiló a su perrito dejándolo en una condición lamentable, exclamaste ¡Tremenda estraichada le dieron al perrito!
Así que espero que sigas en la misma onda: sorpresa y sorpresa para tus queridos viejos. Un abrazo.
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