Qué me importa a mí del mundo, Y qué me importa a mí de la sociedad, La sociedad y el mundo, Me exigen que yo eche a rodar a mi hija Y por qué voy a echarla. Echarla a mija Porque me ha traído un nieto de regalo Sin que nadie supiera. Vaya un pecado, vaya un pecado más grande. Acaso, no han comenzao sus amores Cuando empezó a puntear la primavera; Que fue pal tiempo aquél, quel potro, Rompió el cabestro pá seguir la yegua; El toro saltó los alambraos Y al trotecito se nos fue la perra. Echarla a mija; echarla a mija me pide el mundo, Porque no supo venderse a cambio de una libreta, Si hasta el reptil ponzoñoso, Procrea con libertad en sus abrigadas cuevas. Si el río serpentea libremente, Por ser hijo natural, del corazón de la sierra. Solamente la mujer, Solamente la mujer tiene sociedad que la desprecia, Pero esa sociedad admite, permite y fomenta El cabaret, el mercado de las hembras; Allí nadie pregunta si una mujer es mala o es buena, Allí un pedazo de seda Tapa las marcas que han dejado las poleas, Cuando esa mujer soñó ser Una madre, honrada, trabajadora y buena. Echarla a mija, Echarla a mija me pide el mundo, Porque me ha traído un nieto de regalo, Sin que nadie supiera; Vaya un pecao, Vaya un pecao más grande, A criar su hijo, A criarlo como Dios manda, En vez de mal parirlo sin que la vean. Bendita sea la mujer, Benditas sean todas las madres Que contra el mundo y la sociedad que las desprecia, Levantan bien alto El bello fruto de sus entrañas maternas! Madre, madre mía del alma, que estás en los cielos, Si vos madres Tuviste la desgracia de ser igual que ellas, Mil veces madre! Mil veces bendita seas!
Autor: Boris Elkin