miércoles, 15 de junio de 2011
Se cuenta que en una ciudad, un grupo de personas se divertían con el
tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía
haciendo pequeños mandados. Diariamente algunos hombres llamaban al
tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos
monedas: Una grande de 400 reales y otra pequeña, pero de 2000 reales.
Él siempre escogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de
risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse
con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no
había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos, y este le
respondió: Lo sé, no soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el
día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más
monedas.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero de
ella se pueden sacar varias conclusiones:
La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
Pero la conclusión más interesante es: Podemos estar bien, aun cuando
los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo
tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que
uno piensa de sí mismo.
El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto...
delante de un tonto que aparenta ser inteligente.....!!!!
tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía
haciendo pequeños mandados. Diariamente algunos hombres llamaban al
tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos
monedas: Una grande de 400 reales y otra pequeña, pero de 2000 reales.
Él siempre escogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de
risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse
con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no
había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos, y este le
respondió: Lo sé, no soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el
día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más
monedas.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero de
ella se pueden sacar varias conclusiones:
La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
Pero la conclusión más interesante es: Podemos estar bien, aun cuando
los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo
tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que
uno piensa de sí mismo.
El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto...
delante de un tonto que aparenta ser inteligente.....!!!!
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